Que fué lo que paso el 11 de Septiembre
Aqui os dejo, 3 maneras diferentes de entender o que realmente pasó aquel 11 de Semtiembre del 2001. Y recuerdo que estaba en Madrid cuando las imágenes de la CNN me sacudieron. Al principio, pensé ingenuamente, supuse que era un quisquilloso accidente de un piloto desquiciado. Más tarde, al estrellarse el segundo avión contra otra Torre, me di cuenta que la cosa se venía en serio.
Es impresionante, como se lo pudo creer todo el mundo y a día de hoy, despues de todas las pruebas que hay como despues vereis, ¿no es un poco extraño que muy poca gente lo sepa y que nadie haya visto un documental sobre esto?
El pimero: un artículo que podreis leer aquí.
Segundo: Un documental censurado que podeis ver aquí.
Y un segundo video donde se explican los sucesos, visible aqui.
Estoy seguro de que si buscais, encontrareis mejores funtes de información o videos que expliquen mejor la verdad, a mi, personalmente, con esto me vale y me sobra.
Aquel 11 de Septiembre será difícil de olvidar para millones de personas de todo el mundo que, como un servidor, quedaron petrificadas en las pantallas de televisión al comprobar una vez más la tragedia del terrorismo, cebado con Norteamérica.
Pero ya todos conocemos esta historia y qué desenlace tuvo. Casi como un rumor, la idea de que la guerra en Medio Oriente fue causada por ambiciones petrolíferas se empezó a colar en nuestro inconsciente. Y ahora no hay, prácticamente, dudas.
Y los minutos de luto mundiales y las palabras del presidente Bush tuvieron su cometido.
De a poco, la historia oficial de los acontecimientos cobró forma y sustancia. Y ya nadie se inquiere qué pasó realmente aquel fatídico día. La imagen tenebrosa de un fanático de rostro enjuto y mirada penetrante se nos ha hincado en nuestras cabezas con pérfida nitidez. Con tanta fuerza como que los medios la alimentaron.
Hoy me propongo llevar a cabo dos cosas, en honor a la verdad y a las familias damnificadas. Por un lado, desnudar la trama oscura y secreta que tejieron altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos.
Por otro, mostrar a la opinión publica cómo una vez más se nos está manipulando, mintiendo descaradamente y ocultando información vital para comprender esta tragedia.
Y empezaré señalando algunas contradicciones.
LOS ACONTECIMIENTOS "OFICIALES"
No hay duda. Al revolver entre cientos de archivos uno puede llevarse más de una sorpresa. Y entonces, casi como un moho viscoso pegado duramente a la pared de un cofre, aparecen las contradicciones con el tiempo.
Pero bueno y justo será que repasemos cual fue la “historia oficial” de aquel 11 de septiembre turbulento.
Como todos sabemos, dos aviones comerciales impactan contra la fachada del World Trade Center (WTC) en las Torres Gemelas. Luego, las noticias advierten de muchos vuelos más siniestrados. Y uno de ellos, según la “versión oficial”, se estrella en las mismísimas fauces del Pentágono, el edificio más protegido del mundo. En Pennsylvania, otro Boeing 757 es derribado por la misma tripulación que, en un acto heroico, toman los controles y evitan una catástrofe mayor.
A simple vista, tales eventos no ofrecen queja alguna. Y todos, me incluyo primero, nos sentimos tentados en pensar que fueron terroristas de Medio Oriente que, al mando de Bin Laden y su grupo sedicioso de Al Qaeda, hicieron su macabra labor. Y aunque esto es verdadero, hay ciertas aristas que chirrían ni bien uno las analiza.
Pero las paradojas empiezan al estudiar atentamente el vuelo siniestrado en el Pentágono. Allí, como digo, no sólo los avezados terroristas pudieron hacerse con los mandos del vuelo y estrellarlo contra una delicada fachada de los primeros pisos del edificio (cuando hubiera sido más sencillo hacerlo sobre el raso y no tan ceñido al suelo) sino que, encima, violaron uno de los más complejos emblemas militares del planeta, el corazón de Washington y el mundo.
Y para hacerlo evadieron el sistema sofisticado de radar del lugar, y la artillería que, en caso de violación del espacio aéreo entra automáticamente en funcionamiento. Lo hicieron, y con tan buen tino, que de los cinco anillos que conforman este lugar, impactaron y destrozaron sólo uno. Casualmente aquel que recientemente había sido refaccionado.
Y digo yo, ¡Vaya puntería!.
Cuando la NBC dio a conocer la filmación de este horror, que sospechosamente no tuvo mucha repercusión, se aprecia como “algo” impacta en la base del edificio. Pero claro, ese “algo” no llega a observarse con mucha definición.
Y si uno se toma la molestia de analizar una y otra vez la cinta, puede llevarse pasmosas sorpresas. No sólo no hay avión comercial, sino que el fuego, según los que estudiaron la cinta, especialistas en explosiones, se comporta de una manera que sólo puede ser consecuencia de una explosión y no la combustión del queroseno del avión.
Aquella es la opinión de Pierre, Henri Bunel, especialista del ejército francés. Y añade, para más inri:
“La bola de fuego de las Torres Gemelas se proyecta hacia fuera y hacia abajo, mientras que la del Pentágono lo hace hacia arriba, señal de que las temperaturas que generó fueron más altas en el caso de Washington, al producirse una mayor evaporación, lo que vuelve a indicar que se trató de una detonación, ya que si el origen del fuego es por queroseno, la temperatura es más baja.”
Lo curioso de todo, es que el vuelo 77 que, según la versión oficial, se estrelló contra el Pentágono, misteriosamente desapareció del radar varios minutos antes de que ocurriera la tragedia. Y desapareció cuando atravesaba los densos Parques Nacionales de Ohio. Justo cuando no había nadie disponible para ver donde quedó aquel vuelo.
Y, a continuación, minutos más tarde un “bip” en el radar sentenció que una aeronave veloz se dirigía hacia el Pentágono. Claro, su velocidad desmesurada no era la de un simple Boeing, era otra cosa. ¿Qué era? Ya lo veremos. Continuemos con la filmación de la NBC.
Como digo, no se aprecia avión comercial, salvo algo, notoriamente blanco y delgado, que surge al ras del suelo. En cada fotograma, amen de la explosión, se puede seguir el recorrido de aquello que no presenta alas como las de los aviones, y cuya velocidad supera a la de un Boeing.
¿Puede que este misil haya sido
la causa del atentado al Pentágono?
Pero además de la filmación, que aquí se ofrece para su análisis, hay otros detalles...
Por ejemplo. Muchos testigos afirman que vieron un pequeño avión cruzar sobre sus cabezas, emitiendo un tipo de estela inconfundible. “Como un avión mediano” confesaba Meseidy Rodriguez.
Michael Kelly lo retrataría más minuciosa para la cadena CBS: “Vi un avión que venía por encima, a muy baja altura, y lo siguiente fue una tremenda explosión. Era un avión pequeño”.
Es cierto, también hubo observadores de un Boeing circulando por la zona. Pero eso se explica fácilmente cuando constatamos que se había decretado, tras lo de Nueva York, a todos los vuelos aterrizar en el aeropuerto de Reagan ubicado a sólo un kilometro del Pentágono.
Y nadie, repito: nadie, pudo presenciar aquello que se estrelló contra el Pentágono. Pero hubo ciertas pistas que pudieron ponernos sobre el responsable. Se trataba de filmaciones efectuadas desde cámaras de seguridad de tanto una gasolinera como el propio hotel Sheraton. Lamentablemente aquí el FBI hizo de las suyas, y confiscó todo el material relativo a ello.
Y pregunto una vez más ¿No es sospechosa esta actitud? Y es que, sea lo que hayan captado las cámaras, hubiera sido contundente. Por eso, despechado, José Velasquez decía: “Pensé que la cámara de seguridad de la gasolinera debería haberlo captado todo, porque está orientada hacia aquel lugar”.
Pero continuemos. Y aferrémonos a las matemáticas, mis ciencias preferidas. Hacía una hora que había ocurrido lo de las Torres Gemelas en Nueva York, cuando ocurrió lo del Pentágono. Por tanto, el mundo ya estaba convulsionado.
Pues bien, aquel poderoso, ahora endeble, edificio del Pentágono está alojado a 15 km de la base aérea Andrews que posee aviones caza para cualquier acción imprevista.
La “versión oficial” admite que se enviaron cazas para evitar lo del Pentágono, pero no llegaron a tiempo. Y, en lugar de enviarlos de la base más próxima (la Andrews donde “casualmente” no estaban disponibles, estaban en prácticas) se procedió a enviar los de la base de Virginia, la Langley.
Como digo, así y todo, según el Norad (mando aéreo de la defensa de Norteamérica) no pudieron llegar a tiempo.
Pero aclaremos el asunto. La base aérea de Langley (que envió dos F-16 a las 9:24 hs) está ubicada a 200 km del Pentágono. Un F-16 puede alcanzar velocidades de casi dos veces la del sonido (Mach 2, aproximadamente 2300 km/h)
Ahora bien, juntemos todo y analicemos. Si el impacto fue, según el Norad y la “versión oficial”, a las 9:37 hs, la distancia pudo ser cubierta por los cazas a su máxima velocidad (tuvieron más de 12 minutos). Pero, por alguna siniestra razón, aquellos bólidos del aire no emplearon más allá de los 400 km/h, según los cálculos matemáticos que invito que ustedes mismos realicen.
¿Por qué? La respuesta puede ser obvia... Incluso más. Según los partes sismograficos, el impacto al Pentágono fue efectuado a las 9:41 hs, no a las 9:37 hs.
Y digo yo ¿Por qué, sabiendo el estado de la Nación, donde sus dos monumentos más emblemáticos ya habían sido alcanzados, no se llegó a tiempo a evitar esta nueva catástrofe?. Y tuvieron una hora para reflexionar cual podría ser el siguiente objetivo en la negra lista de los terroristas. Aun así, las medidas de seguridad del Pentágono dejaron mucho que desear.
¿Qué fue entonces lo que finalmente se estrelló contra el Pentágono?. Dejaré que lo diga, como lo hizo en The Washintong Post,un ingeniero que trabajaba en el propio edificio:
“Nosotros oímos un ruido, un ruido fuerte como el de un misil. A continuación se oyó la explosión.”
¿Suficiente?. ¿No? Vayamos, entonces, a algo mucho más concreto.
Y esta vez los ojos no engañan.
(Aun el Pentágono de pie, fíjese que solamente afectó un área menor y de los primeros pisos, cuando el tamaño del Boeing debería haber producido una oquedad mucho más grande. ¿Y donde están
el timón, la cola y las alas?)
(Detalles de la oquedad. Compárese con la envergadura de lo que un Boeing hubiera hecho con sus 13, 6 metros de altura.)
Amén de que las maniobras, según la cada vez más dudosa “versión oficial”, llevadas a cabo por los pilotos del Boeing secuestrado fueron tildadas de “imposible” por varios profesionales de la aviación, el impacto en el primer piso del edificio militar fue imposible desde el vamos.
Joe Vials, investigador de los hechos, piensa que no sólo es inverosímil para la pericia de un piloto entrenado en escuelas simples manejar un Boeing semejante, sino que encima, afirma, se dio el lujo de enfilar a una baja altura de cuasi aterrizaje.
Eso, ni los experimentados pilotos aéreos pueden.
Será pues, hora de tomar reglas y centímetros y medir el edificio.
Y las imágenes nos ayudaran. Fijémonos en las fotos la imagen donde esta derrumbada la fachada del edificio, que ocurrió al cabo de una hora. Media 15 metros de profundidad y 19 de anchura.
(Los “restos” del avión. Amén de no corresponder a un Boeing, su tamaño nos indica que aquel artefacto que impactó contra el pentágono era tres veces menor que un avión comercial. Pues bien, el Boeing que se estrelló contra el Pentágono media 47, 32 metros de longitud, frente a los 15, y 38 metros de envergadura, frente a los 19.)
Y el retrato digitalizado de la situación será más elocuente. En este caso, las palabras sobran.
Aquello, definitivamente, no fue un avión comercial.
Pero alguien objetara: “¿Y los restos, acaso no hubo restos del avión?”.
Rotundamente No. O mejor: hubo un, repito: “un”, resto de avión, pero sus dimensiones eran tres veces más pequeñas que el Boeing.
Y, según la “versión oficial”, el avión se desintegró (cuestión que jamás ocurrió en este tipo de accidentes).
Pero como dijo el físico Gerard Holmgren, quien analizó exhaustivamente el episodio en su Análisis Matemático y físico del atentado del Pentágono:
(La verdadera proporción de avión. Como se advierte a simple vista el desmoronamiento, que se hizo efectivo a la hora del estruendo, debió ser mayor y más destructivo. Pensemos que en las alas había combustible en esta clase de naves.)
(El Pentágono en uno de sus flancos. Por ahí pasó el avión, pero, como se aprecia, el pasto esta intacto y sin ningún daño.)
“El gobierno de los Estados Unidos podrá ser el más poderoso del mundo pero no puede cambiar las leyes de la Física”.
LAS TORRES GEMELAS: “PILOTOS DE ALA”
No voy a profundizar en la vida de los terroristas que nos vendieron (en virtud o no de la orden ejecutiva 01, 261 que prohíbe dar detalles por razones de seguridad) a un público dolido y resentido en lo más profundo.
Solo debo decir, en honor a la verdad, que aquellos emisarios de Ala no estaban facultados para volar con pericia tremendas fortalezas del aire, muchos menos para ejecutar maniobras como las que vimos en el Pentágono o en la Torre Sur.
Lo desastroso para la “versión oficial” es que muchos de los caratulados como terroristas que habían piloteado los aviones estaban vivos y coleando en diferentes partes del mundo (como Salem Alhazmi, que manejó el vuelo 77 y reside actualmente en la ciudad saudí de Yanbou).
Aquellos identikit resultaron una farsa. Y desde embajadas se le advirtió al FBI que estaban mal informando a la población. Pero esto, como muchas otras cosas, fue desoído.
Importaba un culpable, alguien en quien recayeran todas las consecuencias del horror. Y en esa búsqueda no importó la verdad. Todo nacido en Medio Oriente era posible sospechoso. Más aun si anduvo por los Estados Unidos en los últimos días al 11 de septiembre.
Y no importaba (para llegar a esta cometido) que se falsificaran evidencias o que se tergiversaran testimonios. Todo, como digo, servía. Por eso no nos debe resultar extraño que el pasaporte de uno de los terroristas haya caído en manos del FBI. Claro, lo hallaron en los escombros milagrosamente intactos.
No sólo evadió los 40.000 litros de queroseno del avión, las temperaturas excesivas y la infraestructura del lugar que se desmoronaba, sino que resistió más que su dueño del que no se halló vestigio alguno.
Y algunos dirán que fue una suerte encontrarlo. Otros, más escépticos, pensaran que se nos está tomando el pelo.
Pero analicemos los acontecimientos en las Torres Gemelas.
Primeramente debo destacar que tardaron 30 valiosos minutos en dar la alarma del secuestro del Boeing al Norad. Esto, es obvio, pudo evitar la catástrofe. Los cazas, avezados en estos menesteres, hubieran desviado de mil formas diferentes el objetivo de los secuestradores. Pero, como digo, no ocurrió. Y a las 08:46 hs el Boeing 167 destrozaba una de las Torres Gemelas.
Pues bien. Puede ser entendible, y hasta cierto punto “disculpable”, la negligencia de los controladores aéreos y el Norad en cuanto al primer impacto. Pero no en cuanto al segundo.
Y me explico. Nos enfrentamos a un segundo avión que se dirigía a la Torre Sur del WTC. Dos F-15, cuya velocidad puede llegar a 3000 km/h, se lanzan a la detención del segundo vuelo. 10 minutos después, el inminente impacto no puede ser evitado.
Y sin embargo, como calcularon los expertos, estos bólidos pudieron alcanzar su objetivo en seis minutos. ¿Qué pasó? Parece que lo mismo que en el Pentágono, lo deducible...
Porque, según el Norad, abrazado a la “versión oficial”, aquel segundo vuelo tomado fue detectado a las 08:43 hs. A las 08:46 hs parten los F-15 de la base de Otis (alojada a 250 km de la ciudad). Y aun en vuelo, a las 08:52 hs, no pueden impedir que a las 09:02 hs se estrelle el segundo avión. Finalmente, y ya en vano, llegan a las 09:11 hs.
En suma: desde que se dio la alarma (y no olvidemos que el primer avión ya había impactado en la Torre Norte) transcurrieron casi 20 minutos. Así y todo, por alguna siniestra razón, otra vez, los cazas no emplearon todas sus capacidades y no llegaron a tiempo.
El mismísimo general Paul Waver, director del Air National Guard, afirmó que “los cazas podrían haber alcanzado a los aviones aun estando a 800 km de distancia”.
Entonces ¿qué falló?. No podemos pensar en un error, dado que no por nada Estados Unidos invierte tanto millones en defensa militar. Además era el segundo vuelo. Tenían tiempo.
Sospecho que alguien, presumiblemente muy informado por adelantado del asunto, con influencias en las altas esferas del poder, dio la orden de demorarse a los F-15. Por eso se explica, que al segundo impacto, aceleraron, tal como lo registra el radar y los cálculos matemáticos, a 1350 km/h para llegar a destino. Y es que, pobres diablos, venían a una media de 260 km/h, casi en clase turista.
Pero alguien objetara ¿Al fin y al cabo, el vuelo 93, no fue derribado en Pennsylvania por cazas?. Tampoco, parece, llegaron a tiempo. Y según la ya dudosisima “versión oficial”, el gobierno afirmó que aquel vuelo cayó por obra y gracia de los propios pasajeros en un acto que les grajeó el mote de “el vuelo de los héroes”.
Expertos De Ala
Sobre la pericia de los pilotos terroristas, como mencione, quedan muchas dudas. Al ver los videos de los atentados, muchos de los pilotos de aviones comerciales (semejantes al de los atentados) alzaron la voz. Y concluyeron que los secuestradores debieron estar muy avezados en la aviación. Tuvieron que ser, necesariamente (insisto) expertos.
Fernando Llaca Posada, comandante de Iberia y ex presidente del SEPLA declaró:
“La acción ha sido obra de pilotos entrenados y no de aficionados que hubieran tenido una formación improvisada. Tenía un mínimo de instrucción que se adquiere con mucho tiempo de aprendizaje y con mucho dinero. No eran aficionados.”
Otro piloto era Jaime Lacasa:
“El Piloto tenía una experiencia en este tipo de aviones, ya que sólo un experto puede hacer un impacto con esa precisión”.
Así y todo, y aunque cueste reconocerlo, la “versión oficial” sepultó estas declaraciones.
Los terroristas apenas si habían hecho cursillos en escuelas de vuelo, y ninguno había manejado jamás, según los instructores, un Boeing, salvo uno de ellos, Mohamed Atta, en un simulador.
Y tengamos en cuenta que a una velocidad de 800 km/h un error de fracciones de segundo puede equivaler a una desviación de varios metros en el rumbo. Pero uno de ellos, incluso, se dio el lujo de virar a último momento, tal como muestran los videos.
(El terrorista Mohamed Atta, captado por las cámaras del aeropuerto. Dicen, según los informes, que estuvo en periplo por toda España.)
Pero permitamos por un momento cerrar los ojos a lo obvio y suponer que “por un milagro de Alá”, los terroristas pudieron maniobrar sus secuestradas aeronaves hacia las Torres.
La cosa cambia, sin embargo, con el Pentágono. Porque el presunto terrorista Hani Hanjour que estrelló “su” avión, según la “versión oficial”, no llegó a pilotear en su prácticas siquiera una avioneta.
(Algunas tomas del segundo impacto. Se evidencia la maniobra del avión, antes del impacto.)
Pero maniobró con tanta destreza su avión que, no sólo estuvo en vuelo 55 minutos, sino que descendió a ras de la tierra para chocar contra el primer anillo del Pentágono. Y lo hizo evitando los arboles, faroles, y manejando a solo cinco metros de altura.
(¿Que es aquella protuberancia en el avión? .Algunos piensan que pudo tratarse de una bomba acoplada. Cómo llegó ahi es otro cantar)
Pero no olvidemos que fue Alá quien lo instruyó. Y probablemente las instrucciones del Corán lo ayudaron. Porque nadie de este mundo puede manejar un avión así. Antes, la nave se va a pique contra el suelo.
TORRES DEMOLIDAS POR (?)
“La secuencia de eventos que provoca finalmente el colapso de los edificios no puede determinarse de forma definitiva”, declaraba el FEMA (Sociedad Civil de Ingenieros Americanos).
Y estaban en lo cierto. Porque, amen de la torre número 7 que cayó por causas desconocidas –que de inmediato se achacó a las Gemelas– el derrumbamiento de Torres no puede ni será explicado por mucho tiempo.
Lo cierto es que todo nos lleva a pensar en una detonación interna. Y me explicaré sucintamente con un mínimo de rigor.
Y empezaré con los testimonios de bomberos que jamás creyeron la “historia oficial” y declaraban en su día: “Los daños estructurales provocados por el impacto de los aviones y la ignición del combustible no fue por si misma razón suficiente para provocar la caída de las torres”.
Pues bien. Estos hombres reclamaron una investigación profunda de los hechos, y pronto, una cinta se ofreció al cuerpo de bomberos, donde estaban grabadas las últimas comunicaciones con aquellos que habían ascendido a rescatar a las victimas de la tragedia. Claro, se pedía que a cambio de dichas cintas, firmaran un informe de confidencialidad para que por ninguna razón fueran dadas a conocer a la opinión pública.
Los bomberos no aceptaron el trato, pero sí los familiares de las victimas. Y, desde luego, mandaron el acuerdo al demonio. Y desvelaron como el jefe del cuerpo de bomberos, Jeff Palmer confirmaba que el incendió en la planta 78 era controlable y que “tenemos un buen plan para impedir que se propague”.
Pero sus planes fuero truncados. Y allí mismo morirían bajo los cimientos y las explosiones que oyeron reporteros de CNN, de la BBC.
Y uno de ellos, Steve Evans lo resumía así:
“Yo estaba en la base de la segunda torre, la segunda torre que fue impactada. Hubo una explosión, la base del edificio se agitó, la sentí moverse. Luego, cuando nosotros estábamos fuera hubo una serie de explosiones.”
Pero centrémonos en los aviones y su combustible y su blanco.
Las torres, por un lado, estaban formadas por más de 40 vigas de acero enterradas en lo profundo de la tierra, a un nivel –7, sobre la propia roca de la isla. Su constructor, el japonés Minoru yamasaki, conciente de la envergadura de su obra, mandó a construir un doble sistema de refuerzo, uno interior y otro exterior. En el eje central había vigas de acero. Y, por fuera, también había vigas de acero.
Ahora bien. Volvamos a aunar todos estos datos y los del avión. Como se sabe, para fundir el acero es preciso de temperaturas superiores a 1400 grados centígrados. Y sin embargo, el queroseno de los aviones gracias si llegaban a 800 grados.
Aun así, afirman que cayeron como consecuencia de un efecto domino que empezó desde el impacto de las aeronaves. Una planta sobre otra. Pero debemos admitir al ver los videos que aquello semeja más una demolición con explosivos que otra cosa. Y como digo, el acero era muy resistente para consumirse a 800 grados.
Quizá por eso, Mirolad Ristic, catedrático de la Facultad de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Belgrano declaró:
“El derrumbare de las Torres Gemelas se produjo, además de por el impacto de los aviones, a la posible presencia de explosivos dentro del edificio.
A la luz de las imágenes, y al contemplar la caída de las antenas de televisión de las torres en dirección estrictamente vertical, sin torsiones, deduje que no había otra forma de lograr una demolición así que con explosivos.”
Pero esto no es lo inquietante del asunto. Lo curioso, lo importante, lo trascendente es que en el nivel –7 se halló literalmente una “piscina de acero liquido”.
Mark Loizeaux -presidente de la empresa Controled Demolition de Phoenix- reclamado para colaborar en las investigaciones, efectuó el hallazgo. Y recordémoslo: el nivel 7 está a muchos metros por debajo de la tierra. Y no hay oxigeno casi. Y el impacto de los aviones fue entre las plantas 80 y 100 (promedio).
¿Cómo, con sus 800 grados de calor de combustible, fundieron los cimientos transformándolos en una “piscina” de acero?.
Tal vez ahora entendamos cómo tamañas construcciones sólo resistieron poco más de media hora antes de su colapso. Fue el tiempo prefijado para las detonaciones...
SOSPECHOSOS CLARIVIDENTES
Ya lo digo. Hubo circunstancias que fueron literalmente desdeñadas por la prensa y que nos advertían que hubo muchas personas que sabían de antemano de la catástrofe.
Eso me lleva a pensar que el Gobierno de los Estados Unidos sabía lo que estaba en juego aquel 11 de septiembre. Y, aun así, miró para otro lado. Es más: podría decirse que les abrió de par en par las puertas a los terroristas para que hicieran su trabajo.
Después de todo, como sabemos, ellos siempre salen beneficiados a costa de las miles de victimas y el dolor y miedo esparcidos por toda la población y la propia humanidad. No nos engañemos, así son los lideres del mundo.
Pero se me entenderá mejor cuando exponga a los adelantados o profetas que supieron atisbar lo que se venia.
Kennet Williams –agente del FBI– advirtió en un elaborado informe en julio de 2001 de las intenciones de Al Qaeda. Su conocido “informe Phoenix” fue sistemáticamente obviado. Pese a que advertía que tanto el Pentágono como las Torres Gemelas podían ser los blancos elegidos.
(El enemigo publico numero uno de Estados Unidos, casualmente muy cercano al presidente y su entorno. También salió beneficiado en la masacre. Curiosamente en los primeros videos que se dieron
a conocer no habla de su responsabilidad en los atentados.)
La CBS aseguró que en agosto de 2001, George Tonet, director de la CIA había avisado al presidente Bush de los inminentes atentados.
Coleen Rowley, agente del FBI en Minneapolis también afirmó que se conocían los planes de los terroristas pero así y todo no se hizo nada por detenerlos.
El primer ministro Israelí, Ariel Sharon también fue advertido por el servicio de seguridad Israelí, según el diario Yadiot Ahranot.
Muchos de los trabajadores de Odigo, empresa Israelí –cuya sede estaba en World Trade Center– fueron advertidos de los inminentes ataques a través de radio mensajes.
En Europa, una de las bases americanas más importantes, curiosamente –cuando no sospechosamente- se puso en alerta casi diez horas antes de producirse el primer atentado contra las Torres Gemelas. La base aérea de Wright Patterson también estuvo en alerta horas antes de la masacre.
El periodista Gordon Thomas confirmó que la CIA había sido notificada por el servicio secreto israelí de que aviones comerciales suicidas podrían impactar contra los emblemas de Norteamérica.
El Alcalde de San Francisco, Willie Brown, también fue advertido. Lo mismo el escritor Salman Rushdie. En el Pentágono, donde se produciría el tercer atentado, se citaron a un nutrido grupo de periodistas.
(La foto muestra a Bush –en el preciso instante en que le avisan
de la amarga “novedad - en aquella escuelita donde permaneció impávido mientras
su país se colapsaba.)
Y, por razones que jamás se esclarecieron, se canceló aquella convocatoria que estaba preparada para la misma mañana de los hechos, en el preciso lugar donde habría de impactar el dudosisimo ¿Boeing?.
El 10 de septiembre de 2001, Tom Kemey, director del FEMA, fue impelido por sus superiores a que tomara puesto con su gente en Nueva York.
En agosto de 2001, otra casualidad. Un ex teniente de marina es detenido y declara sin ambages trabajar como agente secreto. Delmart Edward Vreeland avisaba –con absoluta precisión de detalles- de un inminente atentado en Nueva York.
El banquero Richar Dennison también denunció sus “novedades” al FBI en agosto de 2001
Y, según anticipó, aquellos terroristas tenían planeado secuestrar aviones para su horrendo crimen. El presidente egipcio Hosni Mubarak también disponía de información al respecto –en virtud de sus servicios de inteligencia, que parecen funcionar mejor que el de los estadounidenses– de un atentado el 11 de septiembre. De Alemania también informaron al FBI. Indicaron con detalle el propio WTC.
En junio del 2000 una empresa de páginas web, Verisign, tuvo 17 solicitudes sospechosas para crear sitios nuevos en la red. Sus nombres lo dicen todo: August11horror.com, terrorattack2001.com, woldtradecenterbombs.com, newyorattack299.com, attackamerica.com, terrorattack2001.com.
Las extrañas maniobras de los mercados bursátiles días atrás del 11 de septiembre solo nos indican lo mismo: alguien sabía.
El 7 de septiembre, George Schultz –ex secretario de Estado- también recibió la “mala nueva” por anticipado. Así lo dijo al diario San Francisco Cronicle.
El 10 de septiembre el juez antiterrorista de Francia Jean-Louis Brugiere también advierte de los inminentes golpes a WTC.
Y aquí lo curioso. Meses antes del 11 de septiembre, fue hecha una simulación en maqueta del ataque al Pentágono. Y justamente el día de la catástrofe, en la sede de la CIA, se hizo un ejercicio similar que, dramáticamente, esta vez coincidió con la realidad.
Finalmente, por alguna razón bendita, las Torres Gemelas estuvieron con solo –y que no es poco– un 20 % de la ocupación. Eso, cierto es, evitó que la masacre llegara a mayores. Y la lista podría seguir extendiéndose, pero creo que es suficiente para ilustrar mi idea.
Alguien –un grupo o Familia en el poder– sabía muy bien lo que estaba por ocurrir. Y aun así, olímpicamente cerró los ojos. Si lo planeó o no es ya arriesgado decirlo. Basta con afirmar que “las puertas de la casa estaban abiertas.” Y que muchas empresas, compañías petroleras y gente del gobierno salieron beneficiados.
Por eso, tal vez, el Echelon –un sofisticado sistema de espionaje– que capta más de 50 millones de mensajes (informáticos o telefónicos) en el mundo, día tras día, no detectó nada. Salvo unas comunicaciones que dio a conocer la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) Y decían: “Mañana es la hora cero”. “El partido está por comenzar”.
No sólo los terroristas evadieron estas informaciones (por negligencia o inteligencia del Estado) sino que, pasaron “armas blancas” –según la “versión oficial”- , chequearon sus pasaportes –que nadie negó el sello, pese a figurar en listas del FBI– y acto seguido, se hicieron con el control de los aviones. El resultado ya lo conocemos de memoria. El “partido”, finalmente, había comenzado.
¿FANATICOS DE ALÁ O DE LA INFORMATICA?
Una trama perfecta. Eso es lo que me pareció. Y quizá pocos se atrevan a descubrir que tras los atentados y los cientos de muertes, hubo particularmente algunos decesos que fueron más que sospechosos.
Que John O´Neill fuera relevado de su cargo del FBI (donde no lo dejaban profundizar en el tema Bin Laden/Al Qaeda) y haya empezado a trabajar, ”casualmente” el 10 de septiembre en las Torres –donde al día siguiente moriría- pudo ser azar.
Que a bordo del avión secuestrado viajara el espía Daniel Lewin, que trabajaba para las fuerzas aéreas de Israel, también: “casualidad”. Pero en mi opinión no existen las casualidades. Y –siempre lo digo- donde otros ven algo casual, yo veo propósito. Porque, amen de aquellas sincronicidades curiosas, debemos añadir que en los vuelos viajaban científicos de la empresa Raytheon, especializada en sistemas para la milicia.
En el Boeing 767 que se estrelló contra una de las torres (norte) viajaban tres trabajadores de aquella empresa: Peter Gray, David Kovalcin, Kenneth Waldie.
En el segundo avión –estrellado en la torre sur– también había otro trabajador de Raytheon: Hubert Homer. Ya deberíamos sospechar de estas “sincronicidades” o “casualidades mayores”. Pero todavía faltaba otra rareza...
En el desaparecido vuelo 77 –que se desintegraría completamente en el Pentágono, según la “versión oficial”, sin siquiera dejar trazas ni fuselajes– a bordo viajaba Steve Hall, director de programas bélicos de la mencionada compañía. Pero sigamos con las “casualidades”.
Tras los hechos del 11 de Septiembre, Raytheon obtuvo del gobierno Norteamericano más de 400 millones de dólares para mejorar sistemas de misiles.
Una cifra espectacular, pero pequeña en relación a lo que ganaron los que “financiaron” la guerra. Porque si tan solo hubieran dado una mínima tajada, un porcentaje menor de lo que obtuvieron, el hambre del mundo hubiera terminado de la noche a la mañana.
Pero no. Debían seguir empeñados en financiar complejos sistemas de defensa que son “inútiles” –y ya sabemos por qué lo digo- cuando se los precisa y que no conducen más que al desmesurado poder de unos pocos. La tecnología de Raytheon es tan secreta que suele llamarse a estas investigaciones privadas “proyectos negros”, casi rayanos en la ciencia ficción, pero siempre a favor de los militares.
Ahora bien. Entre esos “proyectos” vedados a la opinión publica estaba la posibilidad de pilotear un avión sin necesidad de Piloto, a través de señales electrónicas. El diario alemán Der Spiegel lo decía claramente:
“El pasado mes de agosto , la compañía Raytheon logró en la base Aérea de Holloman , en Nuevo Mexico (EE.UU) hacer aterrizar hasta seis veces a un Boeing 727 sin piloto a bordo. El sistema que empleó utilizaba señales de radio que partían del final de la pista en la que tenía que aterrizar, que se enviaban al avión, que gracias a ordenes electrónicas desde tierra y a la utilización de localización por GPS servían para que los aterrizajes pudieran producirse.”
Entonces ocurre que al leer cosas de semejante envergadura uno, naturalmente, sospecha. Y piensa y vuelve a pensar: ¿no habrá sido posible que algo similar hubiera ocurrido en WTC? Y cuando leo las historias tejidas por la siempre presente “versión oficial” sobre los terroristas no puedo más que sorprenderme y abonar esta teoría.
O como dijo el experto en los atentados Paul Thompson: “¿Estaban en los vuelos secuestrados los empleados de Raytheon para activar el sistema Global Hawk o asegurarse de su funcionamiento?”.
Si se aseguraron de su funcionamiento, lo hicieron bien. Y ahora callaran.
CONCLUSIONES FINALES
No debería albergarse dudas de lo que ocurrió el 11 de septiembre del 2001. Hubo un ataque terrorista, eso es indiscutible. Pero estuvo escalonado desde el interior del Estado Norteamericano, donde salieron muchos beneficiados. No sólo obtuvieron “permiso” para la guerra en Medio Oriente bajo una hipotética amenaza –recuerden que hablaban de armas de destrucción masiva, armas que jamás fueron encontrada- terrorista, sino que violaron todo tipo de instituciones habidas y por haber e incluso a la propia población que no quiso plegarse en esta revuelta.
Pero los medios, eficaces como siempre, concienciaron a la gente. Y poco a poco fueron condicionándose a creer lo que día tras días decían. La amenaza de Ántrax sólo sirvió para revolver el avispero y el temor, puntilloso, se instaló en los corazones de la población. De ahí en más no había que dudar de la “versión oficial”. Hacerlo sería una acción de “mala fe” y atentaría contra “El faro más brillante de la Libertad y el Progreso del mundo”.
Y no debo ni quiero decir que no hubo terrorismo, ni que podría haber estado implicados muchos de los personajes detectados por el FBI (tal es el caso de Mohamed Atta y el grupo de Bin Laden). Pero todos ellos, se quiera o no, tuvieron un apoyo del Estado Norteamericano para concretar sus siniestros fines.
A la postre, todos, -incluso el clan Bin Laden– salieron beneficiados. Y sé que alguien dirá: “Pero el propio Bin Laden declaró su ataque a Estados Unidos”. Pero creo que ya todos sabemos los secretos acuerdo entre este “impostor” y terrorista y el gobierno americano. Si alguien tiene dudas, debería refrescarse viendo el documental de Michael More “Farenheit 9/11”. Además, se antepone algo lógico.
Un hombre como Bin Laden, que planea minuciosamente el atentado más impresionante de la historia, que toma medidas para que todo salga a la perfección ¿No esperó un contraataque de su enemigo, no previó que su atentado haría bullir el celo Norteamericano?. Claro que lo previó, pero en sus planes estaba cotejado que jamás sería apresado (además no olvidemos que los sobres con Ántrax fueron toda su “artillería” pesada). Y así dejó, -de igual modo que a él- las puertas abiertas al imperio del Petróleo.
(Algunas de las imágenes del “gran faro del mundo”. Han generado
repulsas y protestas en todo el mundo. ¿No son suficientes para que los defensores -ocultos en agrupaciones escépticas, y de pésima calidad- del gobierno de Bush callen, y lo hagan para siempre? Se escudan diciendo que es una ofensa a las víctimas del 11 de septiembre, y yo me pregunto ¿ es que estas otras no son
víctimas de la misma injusticia y el uso desmesurado del poder?)
Este es el retrato, resumido y directo, de lo que ocurrió aquel 11 de septiembre en que la historia dio un sacudón. Y, como vemos, las ansias de poder del hombre no se debilitan con nada. Y sigue escalando. Y sigue conquistando. Y sigue llenándose los bolsillos a costa de inocentes e ingenuos.
Todos somos parte de la población. Y,creo yo, –al menos que mis ojos me engañen– somos mayoría. La pregunta es y volverá a ser: ¿Por qué dejamos, entonces, que nos mientan y nos manipulen a su antojo?. Y lo repito: con una “limosna” de todo aquello que recaudaron con la guerra habría bastado para frenar el hambre del mundo.
(Años 80: Donald Rumsfeld y Saddam Hussein en la época en que éste usaba armas de destrucción masiva contra Irán y su propio pueblo.)
Sólo sé algo –y con esto finalizó de una buena vez este informe-: Usted y yo somos responsables de la injusticia. Porque hemos sido ciegos aunque nacimos con ojos. Porque hemos callado aunque tenemos lengua. Porque las banalidades reinantes y la superficialidad de las cosas captan nuestra atención cuando no deberían hacerlo.
Que llegué a quien tenga que llegar.
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